La letra más perfecta:
Que yo no
soy, que es él. Que yo actué bien y él no. Ah no, de acá yo no me muevo. Que por cuestión de piel,
de sexo, religión, tus zapatos no me los pruebo. ¿A quién le vamos a
tirar una pared cuando ya no nos quede nadie? Tal vez un perro fiel a cambio de comer soporte hasta lo
insoportable. Temiendo
ser peor, temiendo ser mejor, temiendo al fin, siempre temiendo. Viviendo
en el ayer, aletargando el hoy. Sí, nena, sí, sobreviviendo. Juzgando al por mayor, te alejas más y más del juicio
que más importa; que es el juicio interior, que es el que hay que
afrontar siendo parte de esta torta. [...] Los placeres te acortan la correa, y vos que te pensas
un indomable. ¿Que
gracia tiene andar por esta sociedad jactándose de responsable? Si como un
pulpo vas tirando
piedras, no hay
donde esconder tantas manos. Es mejor asumir la cobardía de huir, a la
responsabilidad de vivir. No importa cuanto me puedas alejar de la
realidad, yo siempre vuelvo. Psicología infernal, picante dulce y sal, pero
despierto y ya no vuelvo. Pasado el tiempo al fin, el espejo devuelve una
imagen más familiar. Voy eligiendo a gusto y alternando puede haber picante
dulce y sal. Me bato a duelo con quien diga que voy bien, porque hay rachas en
la vida. Soy grande y que señor, no vaya a confundir la soberbia con la
autoestima. Que la
soberbia mira
desde mas arriba y no llora penas
ajenas. En cambio el autoestima se transmite y contagia a cualquier persona buena.
Si como un pulpo vas tirando piedras, no hay donde
esconder tantas manos...
Las Pastillas del Abuelo
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