Te ves al espejo, te ríes de ti. Vives bajo el pellejo de ese maniquí que se va haciendo viejo, ignorando que es lo que hace aquí. Te pones camisa y el vaquero de ayer, sales siempre de prisa al amanecer sacudiendo cenizas de tiempos que no van a volver. Tan ruin y tan desamparado, tan solo y tan minimizado. Un taxi en la esquina, un pan con jamón. Sigues la disciplina del escalafón, campeón de la rutina de ser solo otro más del montón. Corbata suicida chaqueta marrón, ya metiste la vida en el calefón. Pones sal a la herida y algunas tachuelas al colchón. Tan hippie y tan encarcelado, tan libre y tan disciplinado. Nadie te hará un homenaje cuando mueras un lunes por la tarde, nadie se acuerda de nadie y menos de un tipo tan cobarde. ¿Me estas oyendo tu el del espejo? aunque no estamos ya para consejos. Ya soy la idiota que abordo en cuestión, una simple pelota de la situación que rebota y rebota con tal de no atrasar la pensión. Planeando la huida de la libertad, se me ha ido la vida sin la voluntad por faquir y suicida, soy solo un peón de la sociedad. Tan dócil y tan vulnerable, tan débil y tan olvidable. Nadie se acuerda de nadie.
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