Su corazón no era un hotel, aunque corría ese rumor. Y hoy tiene una entre otras cruces, en este bosque siempre cruel. Dejo un billete que pide a gritos que lo gasten, como una hoja derivo en tumismo turbio río. Entre amuletos y talismanes su destino desafió, si su nariz crecía de tamaño, prometía más. No le robaba nunca a nadie, a nadie en especial. Ganó un orzuelo de tercer ojo y su nariz sangro. No hubo caricias para su cielo moro, y ahora mira crecer las flores desde abajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario