Viejo, que decirte... No creo que vayas a leer esto; capaz que algún día te lo muestro. Aunque el solo pensar que un día no vas a estar para abrazarme físicamente, para consolarme, se me parte el corazón. ¿Quien dijo que la vida era fácil? Te amo, vos no te imaginas cuanto te necesito. Y no te lo imaginas porque no soy expresiva, y menos con mis viejos. A ellos les llegan mis putiadas, mis contestaciones, mis malhumores. Nunca te lo digo, y no porque hoy sea el día del padre me acuerde de vos. Todos sabemos que es puramente comercial, al igual que el día de los enamorados. Pero está bien, el viejo es importante. Nuestro papá es nuestro papá, nunca va a cambiar, no importa lo que pase. Es una de las pocas personas incondicionales, que sabes que siempre van a estar ahí. Mi viejo es particular. Tiene sus cosas, pero lo quiero por sobre todas las cosas. A veces nos aliamos en contra de mamá. Él me defiende, yo lo defiendo, es así. Mi vieja siempre me dice: "Anda con tu papá que lo queres tanto". ¿Cómo no quererlo? Está medio sordo, es caprichoso, terco, loco, entiende lo que tiene ganas de entender, cuando te cuenta algo tarda ochocientas mil quinientas horas, a veces para hablar te grita, es un bipolar. Pero me hace reír. Me levanta el ánimo, me consuela, me cumple los caprichos, me aconseja, me explica, me enseña, me acompaña, es mi papá. Sus frases son célebres. A veces cuenta chistes y se empieza a reír de una manera que no lo para nadie, y lo peor es que se ríe solo. Yo sé que daría todo por mi, que aunque no me lo diga casi nunca, me quiere. Yo tampoco nunca se lo digo, es ímplicito. No sé que haría sin él. Sin sus berrinches, sin sus locuras, sus ocurrencias, sus "voy a hacer un experimento" y al rato lo ves con arcilla, plasticola, algodón, una lámparita, etc. Por mi, lo acompañaría hasta el fin del mundo, confío ciegamente en él. Obvio, no hace falta decir, mi papá es el más grande. Es hincha de San Lorenzo, y aunque cada tanto discutamos a muerte por futbol o por cualquier cosa, lo quiero. Él más que nadie me entiende, no sé por qué. Él sale de trabajar a las 7 de la mañana y todos los domingos me va a comprar el diario Olé. Él comprende (algunas veces) mi fanatismo por River. Él es Adrian, es mi mitad, si no fuera por él literalmente no estaría acá. Se banca que le conteste mal siempre. Aunque últimamente contesto mal, no se que me pasa. Soy así, mi vieja me mira con cara de culo pero me sale del alma. Se banca que le grite, que lo insulte, que lo cague a pedos, que lo putee, que lo trate mal, todo eso cuando estoy en mis días. Pero siempre, siempre me puede sacar una sonrisita. Se banca todas, es mi ídolo. Mi viejo es mi ídolo. Gracias por enseñarme a vivir día a día, por darme una mano para transitar la vida, por mimarme como nadie, por ser el único hombre a quien amar plenamente. Gracias, eternamente gracias.
"En su escala de valores, él pone siempre primero sobre todo, la importancia de un corazón entero. Bien parado o en la lona hay que ser buena persona, dice aquel que a mi me guía noche a noche, día a día. A él la vida le dio todo, y él le devolvió el doble. De movida ofrece el codo, y un corazón puro y noble. Lo juro por mi pellejo para mi Dios es mi viejo, para mi Dios es mi viejo".
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